miércoles, 26 de agosto de 2009

Un cuento de Liliana V. Blum

El mar estaba muy frío







Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete y ya.
Jaime Sabines








Fue a Tampico porque luego de investigar a fondo, decidió que las aguas del Golfo eran las más apropiadas para suicidarse. Eso y porque una amiga de esas aventureras se lo había recomendado como una manera de salir de la depresión. Hemingway fue el primer suicida que le vino a la mente, pero cuando se enteró que el cuerpo del pobre diablo ya estaba en franca decadencia –alcohólico, impotente, hipertenso, diabético y dermatoso– y que lo más digno le había sido darse un tiro, pensó que no tenía mérito alguno acabar con la vida en aquellas circunstancias, cuando la propia Naturaleza comenzaba a pasar la factura del cómo se vivió. Además, era un hombre, un mujeriego. ¿Qué podría tener en común con ella? Entonces, optó por el ámbito femenino-literario. ¿No era ella, después de todo, una persona culta, una artista en ciernes? ¿No le decían siempre que tenía grandes talentos ocultos? ¿No poseía una mente analítica y un alma sensible al arte? Había tomado un par de cursos en literatura, así que se consideraba con la autoridad de saber lo que hacía. Fue de esa manera como redujo su lista de investigación para el mejor método suicida a tres escritoras y tres personajes literarios.

Una lengua vacuna y helada lame sus pies. El agua vuelve a retirarse y ella siente hundirse unos centímetros en la arena húmeda y compacta. El frío de la piel parece incrustarse en sus vértebras. Por un segundo tiene la certeza infantil de que será tragada por la playa. Levanta un pie, luego el otro, y con la llegada de otra ola vuelve a incrustarse en la arena. Piensa con temor en todos los bichos que tienen su hogar justo allí, donde sus pies se encuentran enterrados y fuera de su vista. En el siguiente instante, un miedo la estremece cuando ve pasar algo flotando justo frente a ella. Frunce los ojos e intenta enfocar, pero sin mucho éxito. La brisa es demasiado fresca para su gusto. No dará un paso más hasta que sepa qué cosa es aquella que flota con tétrico vaivén. Julieta espera, se abraza a sí misma e intenta, para conservar la calma, perder la mirada en las aguas negras que tiene delante.

Quiso iniciar con las mujeres reales. Tenía el cabello recogido en una cola de caballo y el rostro limpio. Preparó un café instantáneo, se puso los anteojos y prendió la computadora. La pantalla se llenó de azul; la música del sistema operativo la reanimó y por un instante tuvo la sensación de estar bien. Pero recordó que era una suicida, un ser humano sumido en la miseria de la existencia, un alma demasiado frágil para este mundo. Así que se llenó de agobio, sintió que las ojeras se apoderaban de su triste cara, y con las lágrimas humedeciéndole la vista de autocompasión, procedió a dibujar una tabla en el cuaderno que tenía en frente: nombre, método, edad al morir. Era un cuaderno hermoso, con tapas duras de color verde espárrago, hojas nítidamente rayadas y con puntos para desprenderlas; una pintura de Van Gogh adornaba con sobriedad la portada. Era una verdadera lástima que tuviera que servir tan lúgubre tarea, con toda su belleza y sus doscientas hojas casi en blanco, pero así era la vida de injusta. Luego de varias entradas en su buscador preferido, Julieta obtuvo varias respuestas. Aprendió que Virginia Wolf tomó su propia vida en las aguas del Ouse, a los 59 años, que Alfonsina Storni hizo lo propio a los 46, pero en el Mar del Plata y que Sylvia Plath, de tan sólo 30, metió la cabeza dentro de la estufa y dejó escapar el gas. Tan joven, pensó. Como yo. Y qué forma tan brutal. Dos a uno. Las escritoras maduras preferían el agua para morir con decoro, fama y buen gusto.

La oscuridad se disipa un poco y la vista de Julieta tiene mejor oportunidad de analizar el objeto que la perturba. Se trata de una tortuga muerta flotando con el caparazón al revés, las pequeñas y lánguidas piernas a la vista. Intenta alejarla aventándole agua con las manos, pero aquel cadáver permanece inamovible. Julieta toma las sandalias que había dejado unos pasos atrás, y camina unos treinta metros hacia la derecha, hasta lo que considera será un terreno libre de tortugas difuntas. Allí, Julieta se obliga a dar un par de pasos adentro, pero el frío del mar le impide seguir. Seguramente el Ouse y el Mar del Plata eran mucho más templados. Una brisa mueve su cabello y el sol entibia un poco sus hombros llenos de pecas. ¿Por qué no trajo el protector solar? Claro, iba a matarse de madrugada, antes del calor, y ahora ese plan está arruinado. ¿En qué se ha ido el tiempo? Ella tomó sus precauciones levantándose temprano y desayunando desde las cinco de la mañana. Una lágrima se le escapa cuando piensa que mantuvo la dieta en aquel su último desayuno. Media toronja, un pan integral tostado y café negro. ¿Por qué no tomó unos hot cakes cubiertos de mantequilla y miel de maple y un gran vaso de jugo de naranja? La muerte no dejaría que absorbiera toda esa grasa y calorías. Julieta se sorprende a sí misma desviándose del tema principal: su propio suicidio. Su plan de muerte fuera de tiempo, obstaculizado por eventos más allá de su control. Pero ella es flexible, creativa, capaz de adaptarse. Eso lo supo luego de leer varios libros de autoayuda. No se amendrantará ante el cambio. Así que avanza un poco más: un alga resbalosa se le enreda en los tobillos. Da un brinco y mueve las piernas con fuerza hasta que aquella planta primitiva se desprende.

Luego de prepararse otro café, buscó a los personajes femeninos. Emma Bovary fue la primera, por ser la más famosa. Arsénico. Ella, culpable de infidelidad. Terribles dolores, una muerte lenta. Julieta modificó la tabla para incluir posibles causas para el suicidio. ¿Por qué era que ella, Julieta Robles, iba a tomar su propia vida? Sin duda, era más fácil indagar explicaciones en la literatura que en la vida real. Tomó algunas notas y siguió buscando. Ana Karenina, otra adúltera que murió por cuenta propia bajo el paso de un tren. Julieta se estremeció. Imaginó el cuerpo desmembrado, la sangre sobre las vías. No, definitivamente y a pesar de tener a la mano en la ciudad el sistema de transporte colectivo Metro, no era un método que ella quisiera usar. Además, era algo tan socorrido por los agobiados capitalinos, que era ya un lugar común. Ella no sería como todos. Bajó a la cocina por galletas con chispas de chocolate antes de seguir su investigación. Con el último sorbo de café, se enteró de que Edna Pontellier, el personaje de Kate Chopin, no soportó el despertar de su sexualidad y las exigencias de ser madre, esposa, señora de sociedad: caminó mar adentro hasta perderse. Otra vez el mar, el agua. Finalmente (y a Dios gracias, porque los ojos comenzaban a arderle por la pantalla), tuvo su método ganador.

Apenas repuesta del asco del alga y de un cangrejo que descaradamente cruzó sobre su empeine, Julieta trata de recuperar la compostura y la seriedad que le corresponde a quien está a punto de cometer el último gran acto de su vida. Imagina la cara de su madre cuando llore en la misa de su funeral, la mirada anegada en lágrimas de sus hermanas, sumidas en su estúpido mundo de madres y esposas. La sorpresa de Miguel, que siempre le negó su amor. Se sentiría culpable. El ruido de un motor y música tropical hacen que Julieta salga de sus pensamientos y se vuelva a ver lo que hay a sus espaldas. El día está en su apogeo. Varios vehículos se estacionan y en un momento la playa está llena pelotas, sombrillas, cervezas, grabadoras, niños, bolsas de papas fritas, pollos asados para llevar. Gente, mucha gente y algarabía. Más gente que llega con toda su parafernalia playística. Julieta respira hondo y para disimular, recoge una conchita a sus pies. Como si hubiera venido hasta Tampico sólo para levantar la mitad del caparazón de un molusco que ya no está. El mar ya no es negro, es azul oscuro, y refleja con intensidad los rayos del sol de la mañana. La escena ya no le parece tan literaria, como el fragmento de la novela de Chopin que leyó en línea. El mar es simplemente bello e imponente, como todos los mares.
Julieta decide intentarlo en otra ocasión, cuando no sea Semana Santa y tenga, por lo menos, un marido a quien serle infiel.





Cuento publicado en el libro "¿En qué se nos fue la mañana?", Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2007.
PUBLICADO EL DOMINGO 23 DE AGOSTO 2009

Por 'amor al arte'



Por ‘amor al arte’,
el desarrollo cultural


La innegable recesión económica ha afectado el rubro cultural, no solo en nuestro país sino en esta ciudad, donde creadores, promotores, instituciones y autoridades han tenido que replantear su manera de trabajar


Beatriz Durán Maldonado / La Razón

Para un gobernante es tentador realizar, durante su gestión, obras de mayor lucimiento como la pavimentación de calles, la construcción de puentes o cualquier cosa material antes que hacerlo en un intangible como lo son los valores culturales y su desarrollo, por la sencilla razón de que no se ve.
Existen grandes ejemplos de ciudades que han considerado dentro de sus políticas de gobierno el incluir la cultura con una visión de ciudad, llegando a tener resultados positivos en su economía y su desarrollo. Entre ellos, el puerto de Bilbao que se posicionó como sitio turístico muy visitado después de haberse construido el Museo Guggenheim; o la ciudad de Nueva York, que con otro resultado, logró transformar una zona peligrosa, después que ubicó ahí al Lincoln Center. Apoyar el desarrollo cultural, obviamente, no se limita a construir un espacio dedicado a las artes sino apoyar otros renglones como el desarrollo de creadores, desarrollo de audiencias, formación de público de diferentes edades, difusión de las obras, del folclore, entre otras cuestiones.
Sin embargo, en un país con tanta problemática como el nuestro donde se trabaja para resolver primero lo urgente y dejando de lado lo importante -que con el tiempo también se convierte en urgente-, el rubro de la cultura es la “muñeca fea” que se deja abandonada en un rincón, y la primera en la lista para sufrir un recorte presupuestal, por parte de los gobiernos.

POR AMOR AL ARTE
Pero ¿cómo enfrentan los artistas, los promotores y las instituciones culturales esta recesión económica actual? La mayoría con creatividad, algunos con reducción o cancelación de programas, otros con supresión de cosas más superfluas, y otros lo hacen como coyuntura de cambio y aprendizaje.
Café Cultura que inició hace doce años Amparo González Berumen, en primera instancia como persona comprometida con su ciudad y por el otro “el compartir” con más gente este disfrute para el espíritu, ha sido parte fundamental para el desarrollo cultural de esta ciudad. Para Gonzalez Berumen “la cultura es todo lo que se mueve para el bien interior; siempre digo que la lectura es la salvación. Las obras de creación unen a las personas, las hacen más conscientes, más responsables y quizá más felices”. En cuanto a esta situación económica señaló “hablar de la crisis puede ser para algunos lugar común, pero es una realidad; un presupuesto menor obliga a reordenar las ideas, mas no a claudicar”.
Mientras que para Juan José Villela La Claraboya Literaria ha estado en permanente crisis, “como me afecta a mí en lo personal es como ha afectado a la claraboya; la claraboya no tiene recursos y el noventa por ciento del financiamiento corre por mi cuenta”. El director de esta iniciativa ciudadana, que está por cumplir once años, comenta que ha ido suprimiendo cosas como el vino de honor, los pendones de las presentaciones. "Reconozco que he recibido mucho apoyo por parte de los hermanos Saldaña, que me ayudan con la reparación de equipo”. A pesar de la crisis afirma “ la claraboya tiene un lema ‘aunque haya amenaza de ciclón la función debe continuar; a veces los calorones y los nortes son muy fuertes, pero aquí estamos”.
Existen muchos otros promotores culturales que realizan su trabajo de difusión casi "por amor al arte". Así surge desde hace casi un año El Ajonjolí, una empresa de corte cultural, a iniciativa de las artistas Romina Contreras y Sandra Muñoz junto con Elizabeth Guzmán. Aunque como negocio aún no ven resultados si existe mucha satisfacción en cuanto a que se está posicionando como un importante foro de difusión cultural. El Ajonjolí, Fonda Cultural abrió sus puertas en “un momento difícil”, sin embargo Contreras apunta “la crisis ha sido eterna, hemos vivido muchos años en crisis, y esperar a que pase, no lleva a nada; lo que hemos hecho es enfrentarla con creatividad, con ideas”.
Los artistas se las ingenian como pueden para subsistir, para permanecer haciendo lo que hacen aunque sea a base de sobrevivir realizando tareas mal pagadas, trabajando en la calle, buscando de manera autodidacta su propia formación. Como sociedad, a veces no se entiende la vida del verdadero artista, del creador, ni del porqué se les debe apoyar. El caso de los artistas como de los deportistas, en nuestro país, es similar, ya que son apoyados una vez que han alcanzado algún logro, cuando ya nos causa orgullo decir "es tampiqueño", "es mexicano".

EL DESTINO NOS ALCANZÓ

El desarrollo cultural es tarea del gobierno y sus organismos a través de las cuales lo realiza no se han visto exentos de enfrentar este periodo de crisis económica con ajustes en su presupuesto.
Para Elvia Holguera, directora del Espacio Cultural Metropolitano la crisis les alcanzó en el mes de mayo, a partir de la contingencia de la influenza. Antes de eso, a pesar de la crisis económica, sus teatros y actividades contaban con una buena afluencia. Es a partir de mayo en el que se observó una notable disminución en el público asistente; la directora subraya “definitivamente el venir a un espectáculo al teatro pues ya es una actividad de recreación que no es indispensable y que podemos dejarla pasar”. A pesar de eso no se han visto afectados los ingresos del Metro, ya que no dependen de la federación, sino de gobierno de estado. “Hemos seguido saliendo adelante como siempre, pero sí haciendo un recorte en nuestros egresos, cuidando nuestro gasto corriente a fin de disminuirlo y lo hemos logrado”. Los programas y proyectos planeados para este año, hasta el momento, continúan igual. Aclaró que debido a que el ayuntamiento de Tampico les notificó de la cancelación de su evento para FotoSeptiembre, el METRO que había sido invitado tuvo que cancelar su participación; “nosotros solo nos habíamos sumado y participábamos con una exposición”. Agregó que el Festival Internacional Tamaulipas se realizará como todos los años.
La cancelación de programas y actividades sí ha sido una realidad para la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Tampico, que suspendió el Programa del Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural Municipal 2009, a pesar de que la mayor parte de las actividades culturales de los primeros meses fueron resultado de este mismo programa del año pasado. Se justificó esta suspensión por el retiro de otros municipios, lo que provocó la cancelación del programa estatal 2009. El programa funciona con recursos en partes iguales del gobierno del estado de Tamaulipas, el Conaculta y localmente de cada gobierno municipal. Este programa cuenta con un fideicomiso por lo que la aportación federal y estatal estaría asegurada, sin embargo el municipio tiene que hacer su aportación adelantada para que este funcione. El destino de los recursos es para el desarrollo de proyectos, ya que por políticas del programa los creadores no reciben remuneración alguna.

LA POLEMICA
Katty Marón, titular de esta dirección señaló que la gran crisis que se vive, ha obligado al ayuntamiento a tomar medidas en todas las áreas. Apuntó que se siguen contando con eventos gratuitos en las plazas, en el jardín del arte, que generan muchos gastos. En cuanto al presupuesto de su dirección no precisó el porcentaje del recorte ya que “más que recorte es que a veces no está disponible la cantidad de todo el presupuesto, Puede ser de un diez porciento, pero de repente puede ser de un 80 porciento, y está detenido todo, y luego me dicen bueno ahora si va todo y se liberan las cantidades", declaró.
Dentro de su plan de austeridad con el que, afirmó, busca optimizar lo que tiene y seguir trabajando al cien por ciento reconoció que en la Casa de la Cultura se está solicitando “una aportación” de 500 pesos para los artistas, que aclaró no es un cobro, “es algo que queremos implementar, queremos ver como funciona en este año, tal vez sería algo temporal”. Consideró que es una cantidad accesible ya que se realizaría solo al mes, “si un artista tiene dos exposiciones en el mes, solo se cobraría la primera” y ejemplificó con el caso del Club del Libro que la "cantidad ya en grupo es más accesible”. Estas aclaraciones las realizó vía telefónica a La Razón, después de que el escritor Marco Huerta le señaló injusto y contradictorio este cobro en una comunicación electrónica abierta, que ha causado polémica entre la comunidad artística y cultural de la región. Esta inconformidad se puso de manifiesto a días de la inauguración de la Casa Fernández como oficinas de la Dirección de Cultura.
PUBLICADO EL DOMINGO 16 DE AGOSTO 2009

lunes, 3 de agosto de 2009

LA DECIMA





La décima:


poesía y tradición




La décima espinela, expresión lírica por excelencia dentro de la versería y de la tradición oral en la Huasteca, tiene en Arturo Castillo Tristán a uno de sus mejores exponentes, quien presentó su nuevo libro “Así me pinta la Aurora”


Beatriz Durán Maldonado / La Razón

Encapsulados en diez versos de ocho sílabas viajan pensamientos, ideas, reflexiones, espejos de un entorno rural y hasta posturas filosóficas a través de la tradición oral.


Es la décima, de origen europeo dentro del llamado Siglo de Oro español, que adoptada en el nuevo mundo, por la nueva raza mestiza, mezcla de sangre criolla, indígena y negra, se convirtió en una arraigada tradición que la Huasteca comparte con otras regiones de varios países latinoamericanos.
Todo un reto para los poetas populares que a través de su forma transmiten la alegría de un acontecimiento, de un estado de ánimo, de una reflexión, en improvisaciones que pueden llegar a ser repetidas de generación en generación mediante la oralidad virtualmente sin modificaciones, salvo alguna evolución.
Su métrica basada en la décima espinela, que desarrolló Vicente Espinela -músico, crítico literario, sacerdote y poeta-, en los diez versos octocasílabos, se convirtió en el medio de expresión lírica por excelencia, junto a otras formas de versería también con otra tradición: la música del huapango y el son huasteco, igualmente de raíz española. A Espinela, también se le atribuye el haber agregado una quinta cuerda a la guitarra. Aunque existen otras formas de décimas, es la espinela la que se popularizó en las colonias españolas, para expresar un sentir que sobrevivió al paso del tiempo.
Uno de sus principales y reconocidos exponentes es Arturo Castillo Tristán, un comprometido promotor cultural no solo de las tradiciones de la huasteca del Norte de Veracruz, por su residencia en Citlaltépetl, aunque de origen mantense y de familia de Antiguo Morelos en Tamaulipas, sino ya todo un embajador de la cultura huasteca al llevar la décima de esta región a las comunidades latinas en los Estados Unidos.

TRADICION QUE CAUTIVA
“Soy profesor, lógicamente tengo que leer, me gusta García Lorca, he leído un poquito de los poetas mexicanos, de los del siglo de oro español, de los romances españoles, por eso cuando me empiezo a incluirme en la décima y la versada en la Huasteca, ya tenía antecedentes, entonces el camino me fue más fácil” resume Castillo Tristán sobre sus influencias en la composición de las décimas que inició hace once años.
Ahora cuenta con su segunda publicación “Así me pinta la Aurora” en donde reúne una serie de poemas en décima espinela, con glosas y otras licencias en la composición como el llamado “pie forzado”, que el autor se encarga de explicar brevemente.
La publicación se presentó en Tampico dentro de las Lecturas del Café del Teatro que organiza Café Cultura bajo la dirección de Amparo González Berúmen, pero antes de esta presentación, gracias al interés no solo de comunidades latinas en la ciudad de Nueva York sino de los extranjeros que aprecian las tradiciones mexicanas, el libro se presentó en el país norteamericano entre otras organizaciones por “Taller latinoamericano” el pasado 20 de junio en pleno Manhattan.
Sobre la recepción que tienen estas manifestaciones mexicanas en el extranjero a diferencia de cómo se aprecian en nuestro propio país, Castillo Tristán opinó “pareciera que hay más interés en el extranjero que aquí por nuestras tradiciones, pero hace un mes y medio que estuve en Nueva York, te das cuenta que allá la gente tiene más oportunidades y recursos para comprar un libro; aquí en México hay carencias y la gente lo que quiere es sobrevivir” y agregó “no es que no les guste, sino que a veces no se tiene las oportunidades de venir y comprar un librito, de introducirse en esta magia de la palabra y de la letra; es una expresión que igual existe en España, Italia, México, Cuba, entre otros”.
Sin embargo no solo la gente de origen latino busca estas expresiones, “en Estados Unidos hay gente que está haciendo décimas, aunque no es una expresión literaria muy propia de ellos, sí hay amigos decimeros que son netamente estadounidenses, y también hay en Canadá”.
El poeta describe la experiencia de la improvisación así “cuando tomas las palabras que te nacen y puedes compartirla, y cuando quien la escucha la va asimilando, la va entendiendo, la va dirigiendo, la va tomando, se cierra el círculo”.
Los temas que aborda en sus poemas decimales son la vida, el tiempo, la muerte, indica “me gusta filosofar con la décima y en ocasiones es difícil para el público, porque vamos a los ranchos donde les gusta la décima más ligerita, más del cotorreo”.
“La décima, para mí, es una manera de poder expresarme y decir lo que siento y también de atraer al público, porque su estructura es muy bien recibida por la gente, incluso conozco gente que hace décima que ni siquiera sabe leer ni escribir”.

ASI ME PINTA LA AURORA
Casi con el mismo título que el de uno de los poemas que se encuentran en este libro “Así se pinta la aurora”, su segunda publicación en su haber, contiene ese estilo que caracteriza a Arturo Castillo Tristán, la décima elevada a la poesía.
Como un hombre de “profunda vocación, que denota enorme respeto por ese legado ancestral de la tradición popular de su región, personaje de gran generosidad, que aporta lo mejor de sí mismo, cuando busca mejorar y divulgar el conocimiento de las raíces naturales y culturales, y de vivencias que lleva impregnadas en la piel” describió al decimista, Rodolfo Acevedo Oliva, cuyo texto leyó el también funcionario de cultura en la huasteca Armando Herrera Silva.
De la obra continuó en su comentario Acevedo Oliva: “Arturo recoge la añeja herencia andaluza de la décima como forma poética pero impregnada con la impronta onírica y jocosa de su entorno; le da forma a sus sentimientos a través de la rima, juega con ella, la goza, la desmenuza entre el realismo y el surrealismo, invitándonos de una forma sutil a disfrutar de la vida, afinar la sensibilidad y estimular la imaginación”.