Arturo Castillo Alva
Un escritor de su tiempo
El poeta, narrador y poeta opina sobre la literatura que se hace en Tamaulipas, acerca de la juventud y sus escritores así como de su oficio de escribir
Escribe a mano por las noches en la intimidad de su casa, porque en los lugares en que usualmente lo hacía ya no puede: ni en su trabajo de Pemex porque ya es jubilado ni en los cafés porque ya no se permite fumar.
Esta es la manera como Arturo Castillo Alva, escritor tamaulipeco, realiza su labor creativa “sin magia, ni por una necesidad de escribir” según sus propias palabras, sino por una habilidad que reconoce con sencillez desarrolló desde niño, desde los 12 años, cuando con avidez leía los libros que un tío tenía en su biblioteca. “Aprendí a escribir, imitando” describe, como si fuese lo más natural del mundo hacerlo después de leer un libro y explica “cuando consideraba que ya escribía como determinado autor seguía con otro, pero lo hacía a escondidas porque me daba vergüenza”.
Este talento excepcional, que a él le cuesta trabajo reconocer, le ha valido el haber recibido premios nacionales en los géneros de poesía, cuento y dramaturgia, además de tener varios libros publicados, entre ellos uno sobre sus colaboraciones en Canal 7 de Televisa del Golfo como de sus artículos de la columna “Un día de estos” que se publicó en La Razón. Además de recibir, tal vez el mayor reconocimiento que puede lograr un escritor, el brindado por otros escritores, incluido el del peruano Mario Vargas Llosa con quien compartió una tarde de lectura en el Festival Internacional Letras en el Golfo, resultando en toda una revelación para el mundo de las letras que se reunía en el puerto en esa primera ocasión.
A continuación una entrevista con Arturo Castillo Alva, un escritor comprometido, un autor de su tiempo, un ser humano desilusionado por no tener el mundo que soñó: uno desprovisto de injusticia y corrupción.
Este talento excepcional, que a él le cuesta trabajo reconocer, le ha valido el haber recibido premios nacionales en los géneros de poesía, cuento y dramaturgia, además de tener varios libros publicados, entre ellos uno sobre sus colaboraciones en Canal 7 de Televisa del Golfo como de sus artículos de la columna “Un día de estos” que se publicó en La Razón. Además de recibir, tal vez el mayor reconocimiento que puede lograr un escritor, el brindado por otros escritores, incluido el del peruano Mario Vargas Llosa con quien compartió una tarde de lectura en el Festival Internacional Letras en el Golfo, resultando en toda una revelación para el mundo de las letras que se reunía en el puerto en esa primera ocasión.
A continuación una entrevista con Arturo Castillo Alva, un escritor comprometido, un autor de su tiempo, un ser humano desilusionado por no tener el mundo que soñó: uno desprovisto de injusticia y corrupción.
L.R. ¿Podría decirse que existe una literatura “tampiqueña”, regionalista o tamaulipeca?
ACA. No, pienso que todavía sería temprano para decir eso; pienso que se ha avanzado sobre todo en lo últimos 40 años con los talleres literarios con los cursos que ha habido. Desde los ochentas empezó a haber un movimiento más definido, antes estaba todo muy suelto -porque nosotros nos desarrollamos desde antes- pues no había absolutamente nada, todo era por propio impulso entre pequeños grupos de amigos que vivíamos absolutamente aislados. Después, empezó a haber un poco de organización, surgieron los talleres literarios, hubo cierta promoción, vinieron los concursos literarios, que como quiera esas cosas impulsan a la gente a escribir. Pero yo creo que es temprano decir que existe una literatura "tamaulipeca", en cuanto a que tuviera una característica determinada, que fuera un movimiento organizado; yo siento que todavía no. Sí siento que hay un grupo de escritores tamaulipecos importantes, pero ni siquiera son conocidos, algunos, en otras ciudades de nuestro propio estado. Nuestro estado tiene esta característica tan extraña: que hay varias ciudades importantes: no es como Nuevo León, que todo está en Monterrey, aquí no. Laredo tiene su propio movimiento que ni siquiera conocemos; los escritores de Laredo son más conocidos en Monterrey, porque tienen más contacto con ellos.
L.R. ¿Será por eso que no existen proyectos editoriales?
ACA. Eso tendría que ser por parte del estado, porque la literatura no vende. Las empresas grandes están con dificultades, imagínate alguien que edite libros o revistas aquí: son verdaderos héroes, como Amparo (González Berúmen) publicando textos, como la revista que sacaron los muchachos de Síntoma que se fajaron ahí varios años, la propia Ana Elena (Díaz Alejo) con Saloma, o ahora esta niña Marisol (Vera). Yo siempre he dicho que esto se debe hacer, que bueno que hay jóvenes que se arman de valor y lo hacen.
L.R. ¿Cuál es su opinión sobre la nueva generación de escritores en Tampico?
ACA Yo lo que digo es esto, que hay mucha indiferencia de la gente joven por lo que pasa en México, por lo que pasa en el mundo, y que lo pasa en estos instantes en el país no se refleja para nada en sus escritos, ni siquiera sesgadamente, ni directamente; están más preocupados por la forma. Yo no pido que escriban panfletos, los panfletos tampoco tienen nada de malo, cuando la coyuntura política lo justifica. Siento que estos jóvenes escriben una poesía buena, pero dicen poco a la gente. Yo siempre he tenido interés por poetas que hablan de mi mundo, del mundo en que vivo, en el mundo que me preocupa. En ese sentido, sí pienso que es una cosa que no solo les pasa a los jóvenes escritores, sino en todos los niveles; los jóvenes están totalmente desinteresados en lo que pasa en el país, en las universidades, en todos lados. En ese sentido, me hace sentir mucho pesimismo de la literatura joven. Sin embargo, sí he encontrado dos o tres poetas muy buenos de aquí, que sí tocan los temas del día de hoy, de México que sí les preocupa el mundo en el que viven, no voy a decir nombres.
L.R. Incluso hay un poco más de participación de la mujer como escritoras que en su generación.
ACA, Pues, yo proporcionalmente...fíjate que en aquel tiempo éramos tres hombres y dos mujeres. Yo creo que proporcionalmente no estaríamos muy alejados, solo que hay más muchachos que andan en esto, y por lo mismo más muchachas; que bueno, ojalá se desarrollen, ojalá tengan el apoyo para desarrollarse.
L.R. En los últimos años hemos visto la puesta en escena de dos de sus obras teatrales “Una de elefantes” y “Aquí bailando”, ¿Cuál es su opinión con respecto a la lectura e interpretación que le dieron a lo que escribió? Alicia Yapú, amiga suya y directora de ambos montajes estaba un poco preocupada por su opinión, especialmente por “Una de elefantes”.
ACA Bueno también yo no sé si supe decir lo que yo quería decir. A Alicia la conozco desde niña, y ella tiene esa posibilidad de hacer "lecturas subterráneas" de mí, porque me conoce muy bien, aún así creo que hubo ciertos momentos poéticos que no salieron, pero te repito, tal vez porque yo no supe cómo decirlo desde el mismo texto. Además después de mi propia actuación (se ríe) en el montaje con Caín Valdez, es difícil que alguien supere esa puesta en escena (ríe divertido).
L.R. Sabemos que tiene una novela en proceso de escritura y otras obras de teatro, según ha dicho inconclusas, en ¿qué género se siente más a gusto?
ACA. En la poesía, porque es más personal, todo transcurre adentro, nunca piensas en un público, yo no pienso en un público. Mientras que en un cuento si pienso en el lector, trato de gustar, sin ponerle trampas. Cuando escribí en el periódico, cuando hice esas crónicas, ahí cambié mi actitud, ahí me di cuenta que tenía que aprender a hablarle a la gente en el tono que le gustaba. Porque cuando me pongo muy serio muy político no me puedo quitar el tono declamatorio, ahí busqué aprender cómo gustarle a la gente. Que la idea que yo tenía de mi país, del mundo, pudiera llegarles. Unas cosas me salieron muy bien y otras no. Cuando quiero decir algo mejor uso la narrativa o el teatro, pero la poesía es más personal.
L.R. Y como crítico suyo ¿en qué género se siente mejor escritor?
ACA. Es bien difícil de decir, pero donde siento que funciono mejor....(se arrepiente), pero es muy subjetivo mi juicio. Yo siento que entro más en contacto con la gente con ciertas obras de teatro, no con todas, en general me siento cómodo con los géneros, nunca he hecho algo forzadamente. Nunca ha sido un quebradero de cabeza; soy un escritor que comete muchos errores soy muy descuidado para escribir, no me importa, pero digo lo que quiero decir y eso es lo que a mí me importa. Catalogarme, evidentemente pues no sé, es que mira, uno lee, de repente lees un poeta y luego te ves a ti mismo y dices por 'el amor de dios'. El propio Neruda, lo lees y es deslumbrante, y sigue siendo deslumbrante ochenta años después y luego te lees a ti mismo, imagínate (se ríe).
L.R. Ha participado prácticamente en todos los medios: el periódico, en revistas, la televisión, el internet, y aunque ha manifestado que no le gusta el internet, por ahí encontramos un blog suyo. ¿qué opinión le merecen cada uno de ellos como recursos para desarrollar el oficio de escribir?
ACA. A ver ¿cuál blog?. Mmmm. bueno yo no lo hice, una amiga me ayudó, que tiene un blog, y le pregunté y me hizo esa cosa, puso un texto de los que escribí en La Razón. Pero ahí se quedó el famoso blog, cuando lo vi me dió vergûenza escribir así como todos los chavos. Eso para mí no es un recurso, pero las demás experiencias pues si, la práctica desarrolla habilidades, pues fueron un aprendizaje, fueron un reto en ese momento. En la televisión tenia que sujetarme a cierto tiempo. Luego fui al periódico, ahí me enfrenté a otro reto, yo no vine aquí a enseñar cosas, sino a aprender diario a hablarle a la gente, y traté de hablarle a la gente, y creo que aprendí bastante. Sí adquirí bastante habilidad. Yo siento que los dos años que estuve en el periódico me soltó un poco más y sobretodo que aprendí a complacer a un sector que no lee libros, que es el publico del periódico. Me esforcé por gustarle a esa gente, con un lenguaje sencillo, repetitivo, el chiste de vez en cuando para no aburrir, la palabrota para sacar de onda, trucos para ir conformando una cosa atractiva para el lector.
L.R. El mes pasado se celebró el Día del Libro, ¿cómo ve el futuro de este?
ACA: Muy triste, nada prometedor. Yo creo que en los países como el nuestro, y en los países pobres, en general de América Latina, el libro nunca ha sido de un gran consumo, hay tirajes pobrísimos. En poesía, hay en México, hace treinta años, setenta millones de habitantes, se tiraban mil libros a veces quinientos, ¿qué significado tenía?: ninguno. Yo pienso que estos libros no se van a dejar de tirar, mil libros no se van a dejar de tirar, a veces los cinco mil títulos no se van a dejar de hacer; siempre va a haber un editor para esos libros. Claro que no va a crecer, es muy difícil que crezca, En algunos países donde se vendía más el libro, tal vez sì con las nuevas técnicas, con las nuevas metodologías de enseñanza, con la nuevas tecnologías, tal vez sí disminuya la venta de libros, disminuya la producción, y el consumo del libro: pero en países como el nuestro, con sus tirajes no creo que esto pase. Y creo, que en general, el libro no va a desaparecer como objeto, siempre va haber gente que lo compre y gente que lo edite. Tal vez en Europa no sea tan fuerte el mercado del libro como lo fue en un tiempo, de hecho tal vez hoy mismo ya no lo sea, pero en América Latina nunca lo fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario