martes, 2 de noviembre de 2010
Xantolo
Un puente entre vivos y muertos
La festividad más emblemática del país se celebra en el Museo de la Cultura Huasteca ubicado en el Metro
"Es la creencia que en determinada fecha se abría un puente de comunicación entre el inframundo y el mundo terrestre, y las almas de los muertos venían a convivir con los vivos". Gustavo Ramírez Castilla. Arqueólogo
Beatriz Durán Maldonado
La Razón
Cuando dos mundo tan disímbolos se encontraron solo hubo un elemento en común que permitió el sincretismo de la fe: la creencia que después de la muerte existía algo más. Mientras que desde la perspectiva prehispánica existe la esperanza del reencuentro, cada cierto tiempo, con sus muertos para la cristiana existe un lugar mejor siempre y cuando se haya pagado el precio del castigo y el arrepentimiento, sin la posibilidad de ver a los que se fueron hasta que llegue la propia muerte. Para ambas el paso a la otra vida debe ser motivo de alegría, elemento vital de la celebración del Día de Muertos una de las festividades emblemáticas de México, única en el mundo, por lo que la UNESCO las proclamó "Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad", desde 2003.
La palabra Xantolo, como se denomina en voz huasteca a esta fiesta, proviene de una deformación de pronunciación de la palabra latina 'Sanctorum' por la fiesta de Todos los Santos del cristianismo católico, señaló Gustavo Ramírez Castilla, coordinador de arqueología del INAH Tamaulipas previo a la celebración de esta fiesta en el Museo de la Cultura Huasteca que se ubica en el Espacio Cultural Metropolitano, el pasado 29 de octubre.
"Es la creencia que en determinada fecha se abría un puente de comunicación entre el inframundo y el mundo terrestre, y las almas de los muertos venían a convivir con los vivos" explica.
EN MEMORIA
El arqueólogo junto con la curadora del museo, la Dra. Sophie Marchegay, inauguraron un Altar de Muertos en el vestíbulo del recinto, dedicado a dos reconocidos huastecólogos que aportaron conocimiento sobre esta cultura al mundo académico: el Dr. Guy Stresser Péan (1913-2009) y Lorenzo Ochoa Salas (1943-2009), quienes fallecieron a fines del año pasado.
"Estamos iniciando por primera vez el montaje de un altar en el museo, con la idea de que se convierta en una tradición cada año. Nuestra intención es promover que se continúe esta tradición, que es tan original y tan importante para los mexicanos" señala.
"El Dr. Stresser-Péan fue el primero en iniciar los estudios huastecos por parte de la fundación arqueológica de Francia, que sienta las bases de las exploraciones científicas entre los años 50 y 60. Las obras que él escribe resultan fundamentales para el conocimiento de la Huasteca, no solo por su trabajo arqueológico en sí, sino además por toda la investigación etnográfico-histórica que el realiza" señaló Ramírez Castilla sobre el antropólogo, etnohistoriador y arqueólogo francés. "Él es el que revive, algo que quizá ignora mucha gente, la danza del volador que estaba prácticamente extinguida; acude a la población de Tamaletón, los graba y los vuelve a generalizar. Es él el que impulsa esta danza" refiere sobre la ceremonia que es más conocida a través de los Voladores de Papantla.
Lorenzo Ochoa Salas, originario de Tuxpan, Veracruz, considerado como uno de los más importantes investigadores de la Huasteca, escribió el libro "Historia Prehispánica de la Huaxteca" que es una referencia obligatoria en la materia, señaló la Dra. Sophie Marchegay en la inauguración, quien pidió un minuto de silencio para los homenajeados antes de que el grupo del Taller de Quinta, jarana y violín de la Casa de la Cultura de Tampico, que dirige el maestro Francisco Castellanos les dedicara sones de costumbres y diversos huapango, además de una degustación de pan de muerto, café y atole para los asistentes.
MICTLÁN Y EL CIELO
"La Huasteca, como tradición cultural, como expresión plástica y como población tiene en la costa, principalmente de Veracruz y el Sur de Tamaulipas, una presencia milenaria. Los datos más antiguos que tenemos registrado se remontan hasta 1700 A.C." refiere Ramírez Castilla, sobre esta cultura que se mantuvo en estado prácticamente aldeano, con un gran desarrollo de cerámicas y de tradiciones que conocemos, hasta que llegaron "primero los mexicas y después los españoles".
El arqueólogo comenta que a la llegada de los mexicas, a la Huasteca, alrededor de 1400, "es cuando viene un cambio real en las mentalidades, en las costumbres y en las prácticas donde se introducen las creencias sobre la muerte de los nahuas en el pensamiento huasteco, es cuando decimos que se mesoamericaniza la Huasteca".
"Antes de los mexicas, se creía que la muerte estaba muy relacionada con la propia fertilidad de la tierra. Al muerto que se enterraba se le consideraba como un ser que iba a renacer y a revivir en otra forma de vida y que al regresar propiciaba la fertilidad de la tierra y el aseguramiento de las cosechas, por eso se les enterraba con grandes ofrendas" relata.
De acuerdo al arqueólogo, con la llegada de los mexicas se introduce en las tradiciones de la región una concepción más elaborada de la muerte. "Hay toda una cosmovisión, que es la que se ve reflejada en el altar, en tres niveles de los que está conformado el cosmos. En el nivel más bajo se encuentra el inframundo, que es Mictlán y la tierra de los muertos -con diferentes categorías según se moría-, el nivel terrenal, donde vivimos todos los seres humanos, y el nivel celeste en donde se encontraban única y exclusivamente los dioses y que está representando por flores".
"Un altar no es más que la representación del cosmo prehispánico pero además combinado con las creencias cristianas que llegan a partir del siglo XVI con la conquista europea, pero que se combina, porque los cristianos, principalmente el catolicismo, tienen un día dedicado a la conmemoración del Día de Todos los Santos", explica.
LA MUERTE HOY
"Yo creo que el concepto de muerte prehispánica sigue permeando la mentalidad del mexicano moderno, es decir, la idea de la muerte no es en sí una desgracia, no es un acto terrorífico, sino que es en sí, una nueva forma de vida" reflexionó, "para el mexicano, la muerte es un nuevo nacimiento. Cuando lo entierran es entonces un motivo de alegría, es motivo de fiesta".
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